En un programa conmemorativo sobre el Holocausto, un profesor universitario judío, que había estudiado e investigado sobre los campos de concentración y sus efectos en los prisioneros, hizo esta declaración al comienzo de su discurso: “Todos los prisioneros judíos en el campo [de concentración] fueron prisioneros sin posibilidad alguna de salir o salvarse. Los Testigos de Jehová fueron los únicos prisioneros con posibilidad de salir o salvarse, a saber, quedarse allí o irse a casa”. ¿Por qué llegó este profesor a esa conclusión? Durante su investigación supo que los nazis habían preparado un documento que solo dieron a los Testigos de Jehová para que lo firmaran. Se trataba de un documento de renuncia a su fe, en el que manifestaban confiar en Hitler como lo había hecho la gran mayoría de los alemanes. Si lo firmaban, al siguiente día podían sentarse en el tren y volver a casa con sus familias, si no firmaban la renuncia a su fe basada en la Palabra de Dios, tenían que continuar encarándose a la crueldad inhumana de los guardias nazis (SS), quienes acostumbraban quebrantar la fuerza interior y la convicción haciéndoles la vida tan miserable e indigna como podían. Muy pocos Testigos de Jehová firmaron aquel vil papel de renuncia a unas creencias muy queridas para ellos, y arraigadas en sus corazones.
Todos estamos familiarizados con el dicho: “Deja que tu conciencia te guíe”. ¿Cómo podríamos tener una conciencia limpia y buena ante nosotros mismos, nuestra propia familia, nuestros amigos y semejantes, y especialmente ante Dios, después de haber renunciado a todo lo que habíamos aprendido y aceptado como correcto? ¿Cómo podíamos unirnos a nuestros opresores, prometiendo hacer todo lo que sabíamos que era malo? Una conciencia bien educada sencillamente no lo haría. Una vez, una persona me dijo de manera osada y abierta: “Ah sí, yo hubiera podido hacerlo”. Bien sabemos que mucha gente hoy no tiene conciencia ni escrúpulos. No me asombraría que ellos hubieran podido hacer algo así. Hasta podrían cometer cualquier crimen horrible sin remordimientos. Los nazis ayudaron y entrenaron, especialmente a los jóvenes, a ser así, personas sin escrúpulos, sin una conciencia que funcionara adecuadamente. ¿Cómo lo consiguieron los nazi?, tal vez te preguntes. La herramienta que ellos usaron para engañar, especialmente a los jóvenes, fue la propaganda. Sí, propaganda y más propaganda. Tal vez tú te asombres y te preguntes ¿Cuál es la diferencia entre la educación y la propaganda? La verdad es que hay una diferencia muy grande. La educación te ayuda a que aprendas a cómo razonar y te enseña a pensar por ti mismo. Así sacas conclusiones basadas en los hechos que has estudiado y aprendido. Pero la propaganda no trabaja así. No, la propaganda te dice qué pensar y qué hacer.
Ahora, ¿por qué es tan importante para todos entender esto? Porque los humanos no fueron creados como animales que viven por instinto, más bien fueron creados con la facultad de la conciencia y del libre albedrío. Por consiguiente todos los humanos son también responsables por cualquier cosa que hagan, sea buena o mala. Los nazis no creían que esto fuera verdad pero lo fue de todas formas. El día que tuvieron un juicio y respondían por los crímenes horribles que cometían. Ellos trataron de excusarse diciendo: “No, no, nosotros somos inocentes, solo obedecíamos órdenes”. Pero los jueces no aceptaron una excusa tan pobre, y les preguntaron: “Tienen conciencia ¿no?” Los humanos no son como los animales que actúan por instinto. Los humanos son responsables de todo lo que hagan. Por consiguiente, los nazis que tenían cargos prominentes fueron ejecutados.
En mi caso, el haber aprendido la verdad, y el haber conocido los hechos me ayudó a sobrevivir el Holocausto y la propaganda nazi. Esa fue, a mí parecer, otra clase de guerra: una guerra mental, la lucha contra el esfuerzo nazi por el control de las mentes de la gente. ¿Por qué los nazis querían controlar la mente de la gente? Pues bien, sabemos que al controlar la mente de una persona también se controla sus acciones, su vida entera. Así de sencillo se plantearon los nazis esta situación, mucho más fácil de lo que realmente fue. ¿Podría yo haberme rendido, haberme hundido y aceptar la propaganda nazi sin sentir miedo a una represalia? Como alguien dijo una vez: “No dejes que el mundo a tu alrededor te comprima dentro de su molde”.
Por lo tanto todo esto envolvía mucho más que solo salvar la vida con solo firmar un pedazo de papel donde se prometía renunciar a la fe en Dios y en Jesús, y a partir de ese momento alinearse uno con los nazis y el resto de la gente en Alemania. La esencia o la raíz de este asunto era: ¿a quién realmente le pertenecía la lealtad? ¿Pertenecía a un dictador cruel, sin escrúpulos y a su poderoso partido político? ¿O más bien al soberano Dios Jehová, creador de todas las cosas en el cielo y en la tierra? Es triste decir que la mayoría de los alemanes fallaron miserablemente ante esta prueba de lealtad.
Yo, sin embargo, tenía que prepararme mentalmente, convencido de que la lealtad y la fidelidad a Dios y su Reino o soberanía universal no era negociable. ¡Cuánto agradezco ahora a Dios y a mis padres cristianos, que me enseñaron a estar firmemente a favor de lo que es justo, y a no hundirme en el miedo y la intimidación! Sí, honradamente puedo decir que mi temor reverente a Dios, y mi obediencia a Él, me hizo diferente y me dio la fortaleza interna para sobrevivir con una buena conciencia a esta horrible pesadilla del Holocausto nazi en Alemania.
He aquí un breve pensamiento para todos ustedes, jóvenes estudiantes de esta clase:
En una esuela secundaria en Oregón, donde tuvimos un programa sobre el Holocausto, los jóvenes pusieron un cartel en el cual se leía algo interesante: “Mantente firme en lo que crees correcto, aunque para ti signifique estar solo”. En mi caso resultó ser así.
Pero he aquí una advertencia: primero tenemos que asegurarnos de qué es lo correcto, y no solo suponerlo o adivinarlo (recuerda que muchos jóvenes hitlerianos fueron engañados). Firmeza no es terquedad. La terquedad por sí sola tampoco nos lleva a un buen final, ¿verdad? Cuando se es joven e inexperto estoes lo que fácilmente nos puede pasar. Por eso, primero piensa y asegúrate de lo que es o no correcto. Habla con los mayores. Nunca está demás hacerles preguntas y escuchar; así podrás aprender algo que antes no sabías, ¿verdad?
Fue un placer haber tenido la oportunidad de responder a sus preguntas sobre este tema difícil. Tal vez no todos concordarán con lo que yo he dicho, pero espero haber llegado al corazón de algunos de ustedes, jóvenes, y así evitarles algunas trampas que se pueden presentar en su juventud. Si las evitan, no tendrán remordimientos durante el resto de sus vidas. Alguien dijo una vez que una mala conciencia es como una piedrecita en el zapato al andar. Tú sabes los resultados: puede hacer que pases un día miserable. ¿Porque no evitarlo desde el principio? ¿Están de acuerdo? Muy bien. Envío mi más cálido saludo y que Dios los bendiga.