Biografía breve de Adolphe Arnold

Adolphe Arnold de joven
Adolphe Arnold de joven

Adolphe Arnold nació el 22 de agosto de 1897 en una familia modesta de Krüth, un pequeño pueblo alsaciano. Su juventud fue atropellada en el engranaje de las horas más tristes de la primera guerra mundial. Pero su honestidad, su perseverancia, su talento y su capacidad de trabajo le permitieron convertirse en un artista creativo. Era un marido devoto y un padre cariñoso. Contratado como colorista por la manufactura textil Schaeffer et Compagnie, conocida mundialmente, se instaló en 1933 en la animada ciudad de Mulhouse con su esposa, Emma, y su hija, Simone. Adolphe se empeñó en dar a su hija una educación diversificada y harmoniosa con clases de pintura y de música, de largos paseos por los bosques, placenteros momentos de lectura sobre la Historia Antigua, geografía de lugares lejanos y la complejidad fascinante de los cielos estrellados.

Adolphe y Emma poseían la misma sed de justicia y el mismo deseo profundo de complacer a Dios tanto en palabras como en acciones, y educaban a su hija, Simone, en el mismo ideal. Acabaron por unirse al movimiento religioso de los Testigos de Jehová. Sus valores fueron rápidamente puestos a prueba cuando la tormenta nazi barrió su región y se vieron obligados a practicar su adoración en secreto, aunque su vida estuviera en peligro.

Adolphe Arnold después de la Segunda Guerra Mundial
Adolphe Arnold después de la Segunda Guerra Mundial

En septiembre 1941, la Gestapo arrestó a Adolphe en su lugar de trabajo, acusándole de ser un « enemigo del Estado ». Primero encarcelado en la prisión de Mulhouse, sufrió a continuación casi cuatro semanas de detención, primero en el campo de reclusión de Schirmeck después en los campos de concentración de Mauthausen y Ebensee. Allí aguantó el hambre, los golpes, las burlas y los experimentos médicos nazis. Lo más duro, para él, fue saber que su estimada esposa y su hija también habían caído en las manos de la Gestapo. Lo que Simone no sabía, es que su padre estaba sometido a una sobrecarga de malos tratos cada vez que ella rechazaba obedecer a una orden nazi contraria a su conciencia. Pero paradójicamente, los rebrotes de rabia de sus verdugos SS eran fuentes de ánimo para Adolphe : le probaban que su hija, de la que no tenía ninguna noticia directa, seguía fiel a su fe.

El fin de la guerra coincidió con un Adolphe en un estado lamentable aunque su fe y su conciencia estaban intactas. Una vez liberado, estaba tan débil que no consiguió emprender su viaje hacía Mulhouse más que después de dos meses de descanso, torturado por la angustia incógnita: ¿Su mujer y su hija habrían sobrevivido? Los tres miembros de la familia se volvieron a encontrar en junio 1945. Estaban duramente marcados por las pruebas que tuvieron que soportar. Pero con el tiempo, el fuerte afecto que le unía y su fe profunda consiguieron restaurar calor y alegría de vivir en la familia Arnold.